ORTODOXIA. Del griego ὀρθοδοξία, orthodoxía 'opinión correcta'.
Las variadas tendencias predominantes de la arquitectura han seguido,
durante el último siglo, el patrón de movimiento de un vaivén, o el de
una gallina asustada, y sin cabeza, que corre de un lado al otro con la
esperanza de hallar, en su avance, lo que de hecho, ha quedado atrás.
Cada movimiento alternativo, primero hacia un lado, después hacia el
contrario, se sostiene sobre la promesa de liberar a la arquitectura de
las desgastadas normas del periodo anterior para "descubrir" algo
completamente distinto y excluyente de cualquier atributo que poseyera
su predecesor. Si el nuevo realismo social de la arquitectura
contemporánea (2008-2016) surgió en oposición a la era de los
starchitects (1997 a 2010) y a las exuberancias del deconstructivismo
(1980 a 1997); este, a su vez, surgió en respuesta al neorracionalismo
(1970 a 1980), que surgió como respuesta al posmodernismo (1957 a 1967),
que surgió como respuesta al modernismo (1927 a 1957), que surgió como
respuesta al academicismo neoclásico, que surgió, simple y llanamente,
de la mediocridad cultural producto de las "revoluciones burguesas" del
siglo XIX.
Además de haber sido el resultado del predecible y cansino meneo estilístico de
los últimos noventa años, hay algo adicional que todos estos “movimientos”
arquitectónicos (alentados por las empresas editoriales y las escuelas
de arquitectura de todo el mundo) tienen en común: su condición
heterodoxa frente a una distante tradición, tan lejana que ya ni se
recuerda en qué consistió y por qué, en algún momento, nos pareció
inapropiada.
Frente a la anomia de la cultura arquitectónica
contemporánea surge la necesidad inaplazable de volver nuestra atención
hacia la remota, vieja y olvidada ortodoxia arquitectónica, único suelo
firme sobre el cual refundar nuestro oficio.
JMM
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