«Ayer me vino una reflexión sobre "El Juicio Final" de Miguel Ángel. Esta
reflexión es la siguiente: no hay nada más vil en la Tierra que un mal artista,
que un bribón que frecuenta toda su vida lo bello sin jamás desembarcar y
plantar su bandera. Hacer arte para
ganar dinero, halagar al público, hacer trampas joviales o tristes payasadas es
para mi la más innoble de las profesiones, por la misma razón que el artista me
parece el primero de los hombres. Preferiría haber pintado la Capilla Sixtina
que ganar muchas batallas, incluso la de Marengo. Durará más tiempo y puede ser
más difícil» (Carta a su madre, 8 de abril de 1851).
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