jueves, 9 de marzo de 2017

Buscar la verdad, por ti mismo, no equivale a buscar «tu propia verdad»

ORTODOXIA 
Apuntes para una breve charla sobre el ethos de la arquitectura

En una entrevista publicada en Conversaciones con Mies van der Rohe está escrito que, cuando Mies trabajaba para Peter Behrens, entre 1908 y 1911, sin contar con una educación arquitectónica formal, quería entender qué era la arquitectura y se lo preguntó a alguien. Esa persona le contestó: “¡Olvídalo! ¡Simplemente trabaja! Lo averiguarás más tarde por ti mismo”. Mies pensó: “Ésa es una buena respuesta a mi pregunta; pero yo quería saber más, averiguar más. Ésta es la razón por la que leía, por ninguna otra (…) Así que leí mucho. Me compré todos esos libros y pagué por ellos. Leía cosas de todos los campos (…) Me interesaba la filosofía de los valores y los problemas del espíritu. Me preguntaba repetidas veces: ¿Qué es la verdad? Hasta que me topé con santo Tomás de Aquino y encontré la respuesta”. (Blake & Peter, 2006, pág. 52).

La cultura arquitectónica contemporánea (expresada a través de las bienales internacionales, de las publicaciones, de los premios Pritzker, de los diversos enfoques educativos en los centros de enseñanza de la profesión y, especialmente, en las manifestaciones de la producción arquitectónica alrededor del mundo) parece una gallina decapitada que, errante y ofuscada, corre de un lado de la plaza pública al otro con la esperanza de hallar, en su ciega huida hacia adelante, lo que de hecho ha sido arrojado atrás. Cada movimiento alternativo, primero hacia un extremo, después hacia el contrario, se sostiene sobre la promesa de liberar a la arquitectura de las desgastadas normas del periodo inmediatamente anterior para "re-descubrir" algo, nada nuevo ni necesariamente mejor, pero sí obligadamente distinto y excluyente de cualquier atributo que poseyera la fase previa. Si el nuevo realismo social y ecológico de la arquitectura contemporánea (2008-2017) surgió en oposición a la era manierista de los “starchitects” (1997 a 2010) y a las exuberancias del de-constructivismo (1980 a 1997); este, a su vez, surgió en respuesta al neo-racionalismo (1970 a 1980), que surgió como respuesta al posmodernismo (1957 a 1967), que surgió como respuesta al modernismo (1927 a 1957), que surgió como respuesta al academicismo neoclásico, que surgió de la mediocridad cultural producto de las "revoluciones burguesas" del siglo XIX.

Además de formar parte del predecible y cansino meneo estilístico de los últimos noventa años, hay algo adicional que todos estos “movimientos” arquitectónicos, formulados sobre diversas "verdades propias" y alentados por las empresas editoriales y las escuelas de arquitectura, tienen en común: su condición de HETERODOXIA frente a una distante tradición, tan lejana que ya ni se recuerda en qué consistió y por qué, en algún momento, nos dejó de parecer apropiada.

Frente a la anomia de la cultura arquitectónica contemporánea surge la necesidad inaplazable, a mí parecer, de volver nuestra atención hacia la remota, vieja y olvidada ORTODOXIA arquitectónica, único suelo firme sobre el cual refundar nuestro oficio.


BREVE RESEÑA DE LAS IDEAS DE LO BELLO, DEL ARTE Y DE LA ARQUITECTURA EN LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DEL ARTE

(AUTOR y Bibliografía mínima recomendada)

PITÁGORAS – PLATÓN 427-347 a. C.; Timeo, Fedro, El Banquete, Fedón

Si queremos regresar a los inicios de lo que hoy en día llamamos arquitectura en aquellas partes del mundo donde empleamos esta palabra (en occidente, si se quiere); la filosofía de la arquitectura, como parte de la filosofía del arte, como parte de la filosofía general, da una particular importancia a un libro de Platón llamado El Timeo (360 a.C.). En el Timeo, Platón expone su cosmología: un relato sobre el origen y la estructura del Universo a partir de las enseñanzas de la tradición pitagórica. Un ejemplo, simplemente para ilustrar la importancia que este libro tuvo en la historia del arte, es que, entre los más de cincuenta filósofos y otros personajes representados en el cuadro “La Escuela de Atenas”, pintado por Rafael en los primeros años del siglo XVI, Platón, ubicado en el centro del cuadro y señalando al cielo con la mano derecha, carga consigo, en su mano izquierda, el Timeo.

Del Timeo podemos señalar brevemente los puntos más relevantes, en esta sucinta reseña, desde el interés de la filosofía de la arquitectura:

La triada del mundo físico. La concepción de que todas las cosas están compuestas de tres elementos, creados y posteriormente mezclados entre sí por el Demiurgo . Estos tres elementos corresponden a las ideas contemporáneas de la mente, el cuerpo y el espíritu que podemos considerar que poseemos las personas y, en distinto grado, las cosas. La verdad, la bondad y la belleza serán los ideales humanos que surgieron de esa concepción platónica del mundo.

Dice Platón en otro diálogo, Fedro: “Lo divino es belleza, sabiduría, bondad y cosas semejantes; por estas las alas del alma se nutren, y crecen rápidamente.”

La definición de arquitectura de Le Corbusier “la arquitectura es el juego sabio correcto y magnífico…” parte de esta concepción platónica del Universo y de su correlación con el conocer, el obrar y el sentir humanos. (ver Sabio, correcto y magnífico. Hacia una arquitectura del intelecto de la voluntad y de la emoción)

Otro punto destacable del Timeo, para el tema que hoy nos concierne, son los atributos de la harmonía (con h) formal; la explicación del orden matemático/geométrico del Universo. La belleza es, en los argumentos del Timeo, la manifestación, en el mundo físico/fenoménico, de un “acuerdo” entre las tres instancias de la existencia y, en la idea del Arte, el principio de ese acuerdo (harmonía) es el número, la medida y la razón geométrica.

Seis siglos más tarde, las ideas platónicas conservan su vigencia como se puede advertir en la obra de Plotino. En las Enéadas, la tríada del mundo físico es explicada por éste filósofo griego en los siguientes términos:

“De lo Uno proviene la Mente, de la Mente proviene el Espíritu, el Espíritu forma y entra en el cuerpo. El mundo del cuerpo -o la naturaleza- manifiesta un orden y harmonía que por sí misma es una emanación de lo Uno."

En cuanto al arte y a la belleza Plotino escribe:

“La obra de arte es un símbolo de la harmonía del cosmos”

“Donde ha entrado la Idea/Forma, se han agrupado y coordinado aquello que en la diversidad de partes deberá ser una unidad: se ha cambiado confusión por cooperación: se ha hecho de la suma una coherencia harmoniosa: porque la Idea es una unidad y lo que se forma debe resultar en la unidad más alejada posible de la multiplicidad." (ver Lo Uno y lo múltiple y El manifiesto de la esfera)

“La harmonía de las proporciones en el Arte despierta el espíritu a la conciencia de lo bello, las medidas de lo sensible están determinadas por el principio según el cual la materia debe dominarse para la manifestación del orden."

Sobre lo material, Plotino dice: “debe observarse que la piedra traída por la mano del artista a la belleza de la forma es bella no como piedra sino en virtud de la forma o idea introducida por el arte. Esta forma no está en el material, se encuentra en el autor antes de ser traspasada a la piedra y a pesar de la resistencia del propio material."

Acerca de la arquitectura, el filósofo se expresa diciendo: “¿De acuerdo a qué principio el arquitecto, cuando observa una casa que corresponde con su idea de casa dice que es bella? ¿Es acaso que la casa en frente suyo es la idea interior manifestada en el volumen de materia exterior, la unidad manifestada en la diversidad?

AGUSTÍN DE HIPONA 354-430; De ordine, la búsqueda de la belleza; Sobre la música

Con San Agustín el estudio de lo bello adquiere un enfoque nuevo, desde la fe del cristianismo. Más allá del cambio de enfoque, sin embargo, no existen mayores contradicciones hacia las tradiciones estéticas anteriores. El pensador cristiano se enfrenta a los mismos problemas del pagano: ¿qué es lo bello?, ¿cuál es el sentido y el objeto del arte?, ¿cómo se pueden evaluar sus creaciones?; y sus respuestas no difieren sustancialmente a las de las épocas precedentes.

El objeto supremo del arte es la manifestación de lo Bello. En el placer de los sentidos lo que se define como bello es aquello en lo que la harmonía de las partes es razonable, es decir que existe una cierta medida rítmica.

Dice de la arquitectura San Agustín: “Si observamos con atención las partes de un edificio, no podemos sino sentir desagrado porque vemos una puerta a un lado y otra hacia el otro lado y situada casi, pero no exactamente, en el centro. En las cosas construidas, la falta de harmonía entre las partes incuestionablemente parece afectarnos como si causaran una herida en nuestra visión. Pero el hecho de que tres ventanas bien dispuestas en una habitación distribuyan la luz en intervalos iguales dentro del cuarto de baño – de qué modo eso nos complace de manera que no necesita ser explicado en muchas palabras. En su propia terminología, los arquitectos llaman a esto “plan” y dicen que si las partes no se encuentran debidamente dispuestas entonces se hallan carentes de un plan”.

"En el dominio de lo visible la razón comprendió que nada lo placía tanto como lo bello, y en lo bello, la igualdad, y en la igualdad, dimensiones, y en las dimensiones, el número. Las cosas bellas nos complacen por la proporción. Nada puede ser proporcionado o rítmico sin igualdad. En todo lo amado el espíritu no busca más que la igualdad y la similitud."

"El número, la base del ritmo, empieza en la Unidad. Posee belleza por igualdad y similitud, y posee orden. Todo lo natural requiere orden. Todo es debido a la suprema y eterna determinación del ritmo numérico, similitud, igualdad y orden. Si la determinante de una estructura matemática fuera retirada de la tierra, no quedaría nada. Claramente Dios en los inicios, hizo la tierra a partir de la nada."

"Entonces, sin ser precipitado, podrá buscar lo divino, no únicamente como verdades para conocer pero también como objetos para ser contemplados, comprendidos y recordados."

"¿Por qué habría de reunirse algo si no fuera con el objeto de convertirse en Uno, tanto como fuese posible? Por eso, tanto en el análisis como en la síntesis, es lo Uno lo que amo."

Arquitectura: “De múltiples piezas de material que hasta ahora se encontraban regadas de manera dispersa, mediante un plan, construiré una casa”.

INMANUEL KANT 1724-1804; Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y de lo sublime; Crítica del juicio

Más de mil años más tarde, con Kant, en el siglo XVIII, se da nuevamente un cambio de enfoque con respecto a la opinión de los filósofos anteriores. Ahora el cambio de enfoque se produce desde el interés por el objeto de la emoción estética, lo bello, hacia el sujeto de la emoción estética, el juicio de lo bello. No existen, sin embargo, contradicciones fundamentales en las observaciones de Kant con respecto a las teorías estéticas de sus predecesores.

Leamos algunos de los enunciados de Kant respecto a lo bello, al arte y a la arquitectura:

Arquitectura: "El artista debe producir un objeto que satisfaga el propósito particular del arte pero también simultáneamente debe responder el propósito estético general que satisface el gusto. Un arquitecto deberá crear un edificio que responda al uso pero que al mismo tiempo sea bello."

Con Kant no se funda tampoco una relativización del arte y de lo bello, él habla de una validez universal subjetiva y para esto distingue lo placentero, de lo bello y de lo bueno; y hace una diferenciación entre lo bello y lo sublime.

La comunicabilidad Universal del juicio estético del sujeto es una prueba de la existencia del valor estético en el objeto. No es el placer, sino la validación universal de ese placer, mentalmente encadenada al juicio sobre el objeto, lo que determina a priori la validez de ese juicio empírico.
 
Que yo perciba y juzgue un objeto con placer puede ser no más que un sentimiento empírico, pero es un juicio a priori que lo encuentre auténtica y desinteresadamente bello y considere que aquel juicio posee valor universal.

GEORG WILHELM FRIEDRICH HEGEL 1770-1831; Lecciones de estética
 

La belleza es la expresión sensual de la Idea, es todo lo que representa lo eterno siendo temporal. Lo bello es una duración limitada de lo eterno. El arte busca la belleza que es un medio de expresión de la verdad.
 

“El carácter fundamental del todo y de sus simples particularidades, aparece de modo más neto a través de todas sus partes y domina la individualidad de la forma. La sustancia general domina los elementos contingentes y particulares que constituyen su expresión viva”

JOHANN WOLFGANG VON GOETHE 1749-1832; Escritos de arte, El viaje a Italia y La metamorfosis de las plantas
 
Arquitectura: “Si la actividad constructiva quiere llegar a merecer el nombre de arte debe, además de lo necesario y lo útil, producir objetos sensuales y armónicos. Aquí entra en juego la difícil y complicada doctrina de la proporción que dota de carácter al edificio y sus diversas partes.”
 

Y esta otra sentencia, acorde a estos tiempos en los que se vive la pasión por lo rústico, lo descuidado y lo pobre, como si fueran valores estéticos a emular:
 

“Mientras que sólo se tenga como objeto el fin más inmediato y el material domine más que sea dominado, no se puede hablar de arquitectura”.
 

J.W. Goethe, en Arquitectura (1795)

ARTHUR SCHOPENHAUER 1788-1860; El mundo como voluntad y representación
 
Schopenhauer consideraba que la arquitectura era un arte pero no tan noble como la música al estar demasiado condicionada por el mundo. Contra la explicación utilitaria de la arquitectura escribió, por ejemplo, que
 
“A diferencia de las otras artes, las obras de arquitectura son pocas veces ejecutadas únicamente por razones estéticas puras. Normalmente estas se hallan subordinadas a otras finalidades utilitarias que son ajenas al arte en sí. Es por esto que el gran mérito del arquitecto consiste en lograr y alcanzar los más altos fines estéticos a pesar de la subordinación hacia otros fines ajenos a estos.”
 
“La forma de cada parte de un edificio no puede ser determinada de manera arbitraria sino en su relación con el todo (…) La belleza de un edificio cosiste en la adecuación de cada parte (no a la finalidad arbitraria de las necesidades del hombre) sino directamente a la estabilidad del conjunto, dentro de la cual la posición, la dimensión y la forma de cada parte debe ser tal que si algo se retirara o añadiera el todo quedaría destruido”

JOHN DEWEY 1859 –1952; Arte como experiencia
 
En años relativamente más recientes, John Dewey, el filósofo norteamericano más importante de la primera mitad del siglo XX, fundador del pragmatismo y las teorías del conocimiento basadas en la experiencia, a pesar de sus críticas al enfoque clásico -idealista- sobre el conocimiento, mantuvo una posición no contradictoria con las teorías estéticas tradicionales.
 

En Arte como experiencia Dewey reclama la necesidad de introducir el arte, la emoción estética, en las experiencias cotidianas (en la vivienda por ejemplo). Dice que la idea común de que el arte se encuentra únicamente en los museos lleva a una sociedad, hambrienta de emoción estética, a satisfacerla en lo chabacano y lo vulgar.
 

CONCLUSIONES
 

Para terminar quiero puntualizar que, este brevísimo (casi irresponsable) resumen de la historia de la filosofía de la arquitectura, como parte de la filosofía del arte, no es más que una muy reducida muestra de la historia del pensamiento estético en occidente, en dónde lo que se debe destacar es la permanencia, la continuidad y la coherencia en lo que concierne a los enunciados fundamentales de esta tradición, a lo largo de más de dos mi años. Esto no sucede en otros ámbitos de la filosofía, como en el de la política o en el de la ciencia, donde los fundamentos filosóficos se han modificado sustancialmente a lo largo del tiempo. En la historia de la filosofía del arte en cambio, los puntos de vista se alteran, como es de esperarse, pero los principios fundamentales permanecen: las ortodoxas concepciones de lo bello, del arte y de la arquitectura.
 
 
 
Allí mismo ha estado todo este tiempo la cabeza aturdida de la gallina degollada, con sus grandes ojos bien abiertos.





 

BIBLIOGRAFÍA


Blake, P., & Peter, J. (2006). Conversaciones con Mies van der Rohe. Certezas americanas. (M. Puente, Ed.) Barcelona: Editorial Gustavo Gili, SL.
Hofstadter, A., & Kuhns, R. (1964). Philosophies of Art & Beauty. Selected Readings in Aesthetics from Plato to Heidegger. Chicago: The University of Chicago Press. Traducción de los fragmentos seleccionados: JMM
Poe, E. A. (2009). Escritos sobre poesía y poética. Madrid: Ediciones Hiperión, S. L.
Semper, G. (2014). Escritos fundamentales de Gottfried Semper. (A. Armesto, Ed., & M. G. Roig, Trad.) Barcelona: Fundación Arquia.

El irresponsable mensaje del neoempirismo

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